En su día, allá por 1996, comencé la carrera de Ingeniería de Telecomunicación en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Bilbao. Elegí esta carrera por la curiosidad que sentía en aquel momento por cómo funcionaban cosas como la radio, la televisión o los ordenadores, y eso que no tuve un ordenador en casa hasta que mis padres no me compraron uno al comenzar la carrera.
Pasé por la universidad sin pena ni gloria, académicamente hablando. Conseguí terminarla y presentar mi Proyecto de Fin de Carrera en el 2004. En todo este tiempo pasé por la desilusión de ver que la universidad no era lo que yo esperaba, las ganas de tirar la toalla en algunos momentos y la satisfacción de haberme sabido reponer a los mismos y acabar aquello que había comenzado.
Como algo bueno de ese tiempo, puedo decir que encontré algo que me gustaba y que se ha convertido en mi profesión, el desarrollo de software. Además, muchas de las cosas que en su momento estudié, se han tornado útiles en mi trabajo con el paso del tiempo.
Como algo malo tengo el recuerdo de estudiar las cosas a veces por que sí, sin encontrar el sentido de lo que estaba buscando. Además, la presión de tener que aprender un montón de cosas en un periodo restringido y tener que demostrar el conocimiento en un examen realizado un día concreto fue en ciertas ocasiones algo insoportable.
Y el caso es que desde entonces, he guardado en casa de mis padres, como un tesoro, los libros y apuntes de todo aquello que estudié. Quizá internamente sabía que llegaría un momento en que querría volver a estudiar lo que estudié entonces.
Ese momento ha llegado. Voy a repetir. Tranquilamente, sin prisas ni plazos, voy a volver a estudiar, curso por curso a través de aquellos libros y apuntes, la carrera de Ingeniería de Telecomunicación, porque creo que tengo mucho partido que sacarle todavía a todo ello. Porque en aquellos momentos en los que conseguía olvidarme de la angustia por los exámenes, me gustaba la mayoría de lo que hacía.
Y es que la carrera no es sólo algo que estudias durante unos años de tu vida, sino que, para bien o para mal, es algo que marca tu vida. Y, a pesar de que la sensación cuando terminé fue agridulce, hoy estoy satisfecho de aquel esfuerzo y agradecido a mis padres por habérmelo hecho posible.